sábado, 30 de marzo de 2013

Las Emociones y las decisiones



El ser humano diariamente se ve influenciado por decisiones en su vida… voy al trabajo, desayuno X o Y cosa, acepto o no una propuesta laboral, inicio o culmino una relación…

Por lo que lo difícil no es la paradoja de las decisiones, sino el saberlas tomar y aceptar las consecuencias que dichas decisiones trae consigo. Un buen método para tomar las decisiones puede ser el siguiente:

  1. Definir la situación problema a resolver: Se debe tener claro la situación o problema que se desea resolver, teniendo en cuenta los diferentes escenarios que puedan afectarlos.
  2. Definir alternativas de solución de problemas: Enumera las diferentes alternativas que permitirán resolver el problema, con el fin de tener un panorama amplio y sin sesgos para la solución de los problemas.
  3. Determinar criterios objetivos para selección de alternativas: realiza una lista de puntos clave a tener en cuenta para la solución del problema y pondéralos; con el fin de determinar cuál es lo más importante para tu toma de decisiones, recordando cuál es tu principal motivación para hacer las cosas.
  4. Evaluar las alternativas de solución: teniendo en cuenta la ponderación anterior, evalúa las alternativas según los criterios.  Esto te permitirá reducir el número de alternativas de solución a uno o dos y poder escoger objetivamente la mejor.
  5. Selecciona la alternativa de solución:  Escoge la mejor alternativa según los criterios de evaluación.
Sin embargo, esta metodología es significativamente técnica y objetiva; dejando a un lado las emociones y sensibilizaciones que se puedan presentar en el proceso.  Se debe tener en cuenta, que para tomar decisiones inteligentes se deberá dejar a un lado las emociones, ya que estas disfrazan las circunstancias e incluso las personalidades de los seres humanos.  O quiénes no han perdonado o justificado una mala acción de su pareja, porque el amor lo perdona todo.  Es aquí donde digo, que las decisiones inteligentes deberán ser tomadas con la razón y con poca ponderación de la emoción.

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